Esta semana se ha presentado el Informe de Sostenibilidad de Ibiza 2020, que incluye un total de 53 indicadores que determinan la evolución de la situación ambiental de la isla. Uno de los aspectos en los que este informe hace especial hincapié es en la diminución gradual de la calidad de las aguas de baño, al comparar la situación del año pasado con la de hace cinco y diez años.
En el año 2010, la totalidad de las aguas analizadas en 40 puntos de la costa pitiusa fue clasificada con la “categoría de excelente”, pero esta calidad ha ido menguando: en 2015, fueron 38 puntos de muestreo que presentaron aguas excelentes, un 95% del total, mientras que en 3 espacios las aguas fueron clasificadas como “buenas”. Un lustro después, en 2020, la cifra bajó al 65%; es decir que solo en 26 de los 40 puntos de muestreo las aguas se calificaron como “excelentes” (14 menos que en 2010). Además, 12 puntos de muestreo ofrecieron aguas de calidad “suficiente”. Es decir, el deterioro en la calidad de las aguas de baño ha sido continua en la última década y representa una caída del 35%.
El informe también contiene los registros del Servei de Vigilància de la Posidonia del Govern balear, que en 2020 contó con 3 embarcaciones de vigilancia de fondeos en la isla. Durante la temporada que permaneció operativo mantuvo contacto con 963 embarcaciones, de las cuales 758 tuvieron que moverse a fondos de arena al estar situadas sobre Posidonia.
La incorrecta depuración de las aguas residuales también es otro aspecto destacado en este documento. En 2020, 2 de las 10 depuradoras de la isla de Ibiza vertieron aguas deficientemente depuradas. De las aguas depuradas, un 55% se han depurado deficientemente y se han vertido al mar. El 99% de las aguas mal depuradas corresponden a la depuradora de Vila, siendo esta la depuradora que mayor caudal depura en la isla.
Todas las depuradoras de la isla, excepto la de Sant Joan, por tercer año consecutivo, vierten aguas con salinidades por encima del límite para su reutilización. Un 80% de las aguas depuradas en la isla de Ibiza muestran salinidades elevadas, inutilizándolas para uso agrícola. En 2020, asimismo, 5 de las 10 depuradoras de la isla de Ibiza recibieron aguas con materia orgánica o sólidos en suspensión superior a los valores permitidos.