Las lluvias torrenciales que cayeron en la madrugada del pasado jueves al viernes provocaron numerosos vertidos de aguas residuales en es Pouet y toda la zona de Cala de Bou, tal y como ha podido comprobar Salvem sa Badia de Portmany. Durante la tormenta, la presión del agua de la lluvia en las canalizaciones provocó que saltaran las tapas de las alcantarillas a lo largo de la infraestructura de bombeo de aguas fecales que discurre en paralelo a la orilla y junto a las estaciones de bombeo de las playas. Algunas tapas, de hecho, aún siguen desencajadas y con residuos visibles alrededor de ellas, como toallitas y otros.
Junto a las bocas de la red de saneamiento, asimismo, aún perdura la huella de las riadas producidas durante la tormenta, que acabaron arrastrando vertidos de fecales al mar, junto con los de pluviales.
Los vertidos constituyen uno de los problemas más urgentes de la bahía, ya que afectan tanto a la biodiversidad como a la propia industria turística, al provocar constantes cierres de playas por detección de bacterias E. Coli y otras asociadas a las aguas fecales. Este verano, dichos precintos ya se han producido en Cala Gració y es Pinet.
Cabe recordar que Salvem sa Badia ya identificó en el pasado más de un centenar de desagües y aliviaderos, muchos de ellos de origen desconocido, que vierten al mar y que se suman a las averías constante del colector de aguas residuales de Cala de Bou. Esta infraestructura pública fue creada alrededor de los años 60, cuando ya existían algunos hoteles y edificios de apartamentos, pero antes de que se produjera la gran urbanización de los años 80.
Por razones que en los tiempos actuales parecen inexplicables, se decidió que todas las conducciones de aguas fecales procedentes de los edificios que se iban erigiendo desembocaran por gravedad en la costa, donde se enterró un colector (tubería) paralelo al mar, sobre las mismas rocas y la arena de las playas. Mediante estaciones de bombeo conducen en horizontal las aguas sucias desde el entorno de Es Caló de S’Oli hasta la playa de s’Estanyol, pasando por Platja d’en Xinxó, Platja des Pinet y Caló d’en Serral. A la altura del Hotel Bergantín, las aguas residuales se siguen bombeando hasta la planta depuradora de Sant Antoni, situada en el Camí des Regueró, cerca de ses Païsses.
Esta infraestructura no se renovará hasta que se ejecuten las obras del nuevo paseo marítimo que unirá Cala Gració con Port des Torrent, y que aún no tienen fecha de inicio porque requiere de múltiples trámites interadministrativos y que se alcancen acuerdos que hoy en día aún están pendientes. Mientras tanto, los vertidos se siguen produciendo, con graves consecuencias económicas, biológicas y en términos de imagen turística. Conviene recordar, en este sentido, el gravísimo episodio ocurrido el verano pasado en Caló de s’Oli, que durante semanas se tradujo en la contaminación ininterrumpida de la bahía de Portmany, en lo que constituye la mayor catástrofe ambiental acontecida en este lugar en los últimos años.