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Antoni Marí Tur, ‘Botja’: “La economía y la imagen de Sant Antoni deben ir ligadas a una bahía tranquila y turística, sin ferris”

By 23 septiembre 2020 agosto 15th, 2022 No Comments

Antoni Marí Tur, Botja (Sant Josep, 1946) ha sido el alcalde de la democracia que más legislaturas ha estado al frente del Ayuntamiento de Sant Antoni. Lo hizo en cuatro ocasiones, desde 1987 a 2003. Entró en política con la Unión de Centro Democrático y gobernó estando ya en el Partido Popular. Antes se convirtió en arquitecto técnico y presidió también a la Sociedad Deportiva Portmany. Es una de las personas más apreciadas de la localidad y a lo largo de toda su vida política ha sido un firme defensor de una bahía sin actividad industrial. En el transcurso de esta entrevista desgrana múltiples asunto de actualidad, relacionados con el puerto, los fondeos ilegales, la industria del ocio…

El 31 de diciembre de 2020 concluye la moratoria que impide la llegada de ferris con tráfico rodado al puerto de Sant Antoni. ¿Qué cree que va a ocurrir a partir de ahora?

Vista la postura que siempre adoptan algunos políticos mallorquines con respecto a las cosas que se han desarrollado en Sant Antoni, es difícil saberlo. Si la gente de Ports IB tiene la potestad de decidir sin que nadie les plantee oposición, tengo miedo de que decidan en sentido contrario a lo que yo y muchos ciudadanos queremos, porque en el puerto siempre han actuado bajo su criterio. Recuerdo, por ejemplo, que cuando era alcalde construyeron unas casetas al fondo de la bahía, que debían de emplearse como aseos y para albergar taquillas para los servicios de transporte marítimo. Ahora hay dos bares y una librería.

En mis tiempos de alcalde, nos esforzamos para impedir el tráfico de mercancías y quitar la grúa que había en el muelle. Lo conseguimos a base de luchar y de hacer muchos viajes a Palma. He de decir que en ese momento también había opiniones en contra, ya que algunos defendían que si se eliminaba el tráfico de mercancías, se reducía la posibilidad de importar alimentos, bebidas y otros productos a un precio más barato para Sant Antoni. La realidad es que las lechugas siguieron costando lo mismo y conseguimos quitar el impacto de los contenedores en el puerto y las molestias que generaba su trasiego por el pueblo.

Sobre los ferries, puedo llegar a entender que haya posturas favorables porque hay quien piensa que generan negocio para Sant Antoni. Sin embargo, yo creo que la economía y la imagen de Sant Antoni deben ir ligadas a una bahía tranquila y turística, sin ferris que remuevan los fondos y provoquen oleaje sobre las playas; o sea, la sensación que aporta una bahía turística, no un puerto. No sabemos qué puede pasar en el futuro y esta actividad, que no es competencia del Ayuntamiento, está sometida a los criterios de Palma, que siempre son de rentabilidad hacia la autoridad portuaria. Además, si vuelven las ferris, dudo que sea una cuestión reversible en el futuro, porque esta actividad volvería a generar una serie de dependencias y a saber en qué podría derivar. Me gustaría que mis descendientes tuvieran la posibilidad de decidir qué quieren en el futuro para Sant Antoni, en vez de que todo les quede hipotecado.

Por coherencia desde que fui alcalde, también estoy en contra de que se mantenga el tráfico exclusivo de pasajeros. Comercialmente no es rentable para las navieras y al final provoca el mismo impacto porque siguen viniendo en grandes buques.

Usted en los 90 ya hablaba, incluso en contra de gente de su partido, de un uso exclusivamente turístico del puerto y calificaba de atentado contra el pueblo cualquier actividad industrial…

El atentado se ha consumado porque se ha continuado con esta actividad. Soy consciente de que ahora parece mal momento para prohibir una actividad turística, cuando tenemos tanta falta por la pandemia. Pero debemos pensar en el futuro y luchar para que no se deteriore más la bahía.

El actual alcalde ha insinuado que a él le parece bien que vuelvan los ferris con vehículos privados…

No sé si ha dicho tan claramente que quiere barcos con coches. Entiendo que el alcalde está en minoría y no se quiere pronunciar hasta llegar a un acuerdo con las otras fuerzas que le respaldan. Yo tengo experiencia en gobernar en minoría, pues lo hice con el apoyo de Vicente Marí Prats y Pep Torres, que fueron exigentes en sus planteamientos y al mismo tiempo coherentes, y siempre orientados al interés de que el pueblo funcionara bien. Espero que los actuales sigan en la línea de apoyar al alcalde en las decisiones que sean mejores para el Ayuntamiento y de cara a un gobierno duradero.

De momento, el Ayuntamiento de Sant Josep no se ha pronunciado. ¿Cree que debería hacerlo como afectado aunque el puerto no esté situado en su lado de la bahía?

Es indudable que el impacto que se produce con los ferris afecta en un 90% al puerto de Sant Antoni, que es donde se mueven más las aguas. Aunque, si considera que estos buques le causan algún perjuicio, sería normal que estuviera en contra, pues dudo que le reporten algún beneficio.

De haberse producido un referéndum para decidir la continuidad de los ferris, ¿por qué resultado habría usted apostado?

Sinceramente, creo que el mejor resultado habría sido para quien tuviese mayor capacidad de convencer en un sentido o en otro. En el pueblo hay gente que puede tener una opinión definida, pero seguro que los vecinos de Corona, Sant Mateu, etcétera no lo tienen tan claro. La consulta tendría que hacerse en todo el municipio y por eso creo que ganaría el que mejor campaña hiciera.

Si al final se estableciera que los ferris ya no van a venir más a Sant Antoni, ¿qué cree que debería hacerse con la estación marítima y el muelle? Es Nàutic, entidad de la que usted es vicepresidente, ya ha dicho que no quiere gestionar más amarres.

Indudablemente, es una obra que ya está hecha y ojalá no lo estuviera. El proyecto del actual relleno de la estación marítima era mucho más grande y luchamos para reducirlo. Pero, ya que está hecho, que se le saque rendimiento. Y a mi me parece bien que Ports IB desarrolle allí una actividad náutica que le produzca beneficio y se le podría sacar un rendimiento importante, no sé si mayor o menor que con los ferris. Espero que con este edificio tan importante no ocurra lo mismo que en el fondo de la bahía y se convierta en un bar. El Ayuntamiento tiene necesidad de espacios destinados a actividades sociales y también se podría montar un centro de interpretación vinculado al mar. Lo que no puede ser es que siga abandonado como está ahora. Todo el espacio que hay alrededor tiene grandes posibilidades como zona de recreo, jardines, plazas o áreas infantiles. También se ha hablado mucho, por ejemplo, de la falta de circulación dentro de la bahía, que produce agua estancada. Tal vez se podría crear una salida que mejorara la situación.

La bahía de Portmany es uno de los grandes valores de Sant Antoni, pero también uno de los enclaves donde hay mucho por mejorar. ¿Cuáles son sus prioridades?

El déficit de infraestructuras de saneamiento y agua que tenía Sant Antoni cuando entramos en el Ayuntamiento era muy grande y entre todos los que estábamos ahí hicimos un trabajo intenso. Recuerdo, por ejemplo, que si teníamos una avería con el agua potable en el paseo había que cerrar el grifo a todo el pueblo. Se hizo una distribución separativa, la depuradora y la potabilizadora. Esta última construcción es una de las satisfacciones grandes que tuvimos. Luchamos mucho y la conseguimos, he de decir, con la ayuda del partido socialista, sin que al pueblo le costara un céntimo.

Sin embargo, la situación de las canalizaciones de aguas residuales del lado de Sant Josep, con esas estaciones de bombeo que se atascan provocando vertidos al mar, sigue siendo muy grave. Sant Antoni también tiene que hacer un gran esfuerzo para mantener lo que tiene en buen funcionamiento y mejorar. La depuradora, que está compartida con Sant Josep y da servicio a toda la bahía, debe conservarse con toda su capacidad y que las aguas que se devuelven al mar estén bien depuradas, no el desastre que tiene lugar en Es Caló de S’Oli, con ese emisario completamente agujereado.

Actualmente, por ejemplo, se está haciendo una remodelación y renovación de la infraestructura sanitaria desde la rotonda del cementerio a Cala Gració y el Hotel Acor. Y lo está desarrollando el Ayuntamiento con un acuerdo en las inversiones con la compañía explotadora del agua y saneamiento.

Otra cuestión importante es el tema de los fondeos incontrolados. A menudo tenemos barcos en la bahía que son pensiones flotantes y ya nos podemos imaginar a dónde van a parar los residuos de lo que se consume allí. Esto se tendría que ordenar. Además, pienso que sería necesario un dragado de la bahía, para quitar el fango depositado durante todos estos años y mejorar la circulación del agua.

¿Cómo le gustaría que estuviera la bahía dentro de unos años?

Me gustaría que tuviera alrededor un pueblo unido para conseguir los objetivos comunes. Es algo que en Sant Antoni nos hace falta. Nuestra localidad es una maravilla, como también la bahía, y para conservarla no podemos permitirnos ser egoístas, sino cooperativistas. Hay que dejarse de divergencias y que los árboles no nos dejen ver el bosque. Sobre todo quisiera que, a través de esta unidad, la bahía estuviera limpia, sin vertidos, con la arena de las playas inmaculada y sin actividades como los ferris que la distorsionan. La bahía de Sant Antoni, desde el punto de vista de la actividad turística, es el polo que tira de todo lo demás y debemos cuidarla como a una niña pequeña. La bahía es un enclave al que se le puede sacar mucho rendimiento. En mi época de alcalde, por ejemplo, compramos Sa Punta des Molí. Allí podría haberse hecho un edificio de muchas plantas y conseguimos conservarlo, pagando el pueblo, como es natural. Aún no sé ni cómo conseguimos los fondos…

Me habría gustado, e imagino que a los que ahora están en el Ayuntamiento también, crear un museo marítimo para Sant Antoni. El pueblo necesita alguna atracción de este estilo que anime a los visitantes a venir a verlo. Sa Punta des Molí es un buen sitio…

Y, por supuesto, me gustaría que el sol se siguiera poniendo junto a Sa Conillera.

Otro de los asuntos candentes ahora mismo en Sant Antoni es el futuro del West End y los beach clubs, que concentran a grandes multitudes durante el día. ¿Cómo cree que se debería actuar al respecto?

La actual crisis del Covid-19 nos proporciona un tiempo muy valioso para reflexionar sobre la vida y el futuro que queremos, y quizás también para ajustar aquello que no estaba bien enfocado. La humanidad va evolucionando a base de errores y en algunas cosas nos hemos equivocado, pero estamos a tiempo de corregirlo. Eso sí, hay que entender que el turismo es una actividad de ocio y que la gente viene para pasárselo bien, con fiestas, música y actividades nocturnas. La noche siempre ha sido atractiva para la diversión y esto no lo podemos obviar.

Los turistas demandan este tipo de actividades y lo que antes eran fiestas en tablaos flamencos ahora lo son en discotecas. Los beach clubs, por su parte, tendrán que regularse para no generar problemas en su entorno, pero es otra oferta que tenemos, diferente a la de antes, y habrá que encauzarla. En cuanto al West End, yo estoy en contra del turismo de borrachera. Cuando era alcalde siempre fue un tema polémico y no queremos que vuelva a adquirir el volumen que llegó a tener, pero hay que dar una salida a las familias que viven allí, ya sea mediante la creación de pequeños restaurantes, bares con una actividad musical especial u otra idea distinta a vender únicamente cervezas y alcohol. Pienso que incluso los propietarios de los negocios de esta zona ya no ven que continuar así sea posible.

Este turismo de borrachera contrasta con el esfuerzo de muchos empresarios que están invirtiendo para mejorar la calidad de sus hoteles o restaurantes y dirigirse a un público más selecto. ¿Qué debería de hacerse para ayudarles en ese objetivo?

Los ingleses siempre han hecho lo que han querido y no sabemos cambiarlos. Lo que nos convendría es que los alborotadores se fueran a otro lado, para conquistar a los que de verdad queremos que vengan. En cualquier caso, el turismo comporta sacrificios que tenemos que admitir y hasta cierto punto soportar para poder subsistir económicamente. Me parece muy difícil atraer a un turismo que no haga nada de ruido y, al mismo tiempo, nos llene los bolsillos. De todas maneras, el impulso de estos empresarios que están mejorando sus instalaciones y negocios es digno de alabanza. En Sant Antoni, en los años 60, se hizo un esfuerzo enorme. Todos los ibicencos prácticamente salíamos de la miseria y esas generaciones, con mucho sacrificio, crearon una infraestructura hotelera y una actividad que ahora sus hijos y nietos deben aprovechar para reconducir hacia un futuro mejor. Además, pienso que es un esfuerzo que debemos de hacer nosotros y no compañías de fuera, que se apropien de todo y acaben desvirtuando lo que somos. Es algo que ya ha empezado y me preocupa, pero hemos de ser optimistas y confiar en nuestra gente.

Antoni Marí Tur y los concejales de su partido durante las cuatro legislaturas en que gobernó