Uno de los problemas más graves que afronta la bahía de Portmany son los vertidos de aguas sucias directamente en la orilla, que contaminan el mar y empeoran la calidad de las aguas de baño hasta el extremo de que en ocasiones algunas playas han tenido que ser clausuradas. En este reportaje, publicado el pasado mes de abril, ya explicábamos que hay más de un centenar de desagües y aliviaderos, muchos de ellos de origen desconocido, que vierten al mar.
El origen de algunas de estas tuberías, sin embargo, es perfectamente conocido y a menudo constituyen uno de los principales focos de contaminación de las playas del lado sur de la bahía, ya en territorio del municipio de Sant Josep de Sa Talaia. Se trata de los aliviaderos que vierten aguas fecales al mar sin depurar cada vez que se produce un atasco en las estaciones de bombeo que se suceden por todo el litoral.
El colector de aguas residuales de la zona de Cala de Bou fue creado alrededor de los años 60, cuando ya existían algunos hoteles y edificios de apartamentos, pero antes de que se produjera la gran urbanización de los años 80. Por razones que en los tiempos actuales parecen inexplicables, se decidió que todas las conducciones de aguas fecales procedentes de los edificios que se iban erigiendo desembocaran por gravedad en la costa, donde se enterró un colector (tubería) paralelo al mar, sobre las mismas rocas y la arena de las playas. Mediante estaciones de bombeo conducen en horizontal las aguas sucias desde el entorno de Es Caló de S’Oli hasta la playa de S’Estanyol, pasando por Platja d’en Xinxó, Platja des Pinet y Caló d’en Serral. A la altura del Hotel Bergantín, las aguas residuales se siguen bombeando hasta la planta depuradora de Sant Antoni, situada en el Camí des Regueró, cerca de Ses Païsses.
Como decíamos, instalar una red de aguas fecales en la misma playa hoy en día constituiría un auténtico disparate. Sin embargo, hace medio siglo se tomó esta decisión porque era la forma de aprovechar al máximo el territorio, ubicando esta infraestructura sin afectar a propiedades privadas y permitiendo que hoteles y apartamentos se situaran lo más cerca posible de la orilla. Cabe subrayar que el colector siempre debe estar a una cota más baja que las construcciones a las que da servicio.
Los consecuencias de esta decisión ahora son gravísimas. Las primeras son estéticas, pues hay estaciones de bombeo que están enterradas, pero otras son perfectamente visibles y se ubican en mitad de la orilla. Las de Platja d’en Xinxó, Platja des Pinet y S’Estanyol –una casetas blancas con puertas pintadas de verde–, constituyen un buen ejemplo. Son tan visibles e indisimuladas, que realmente sorprenden. A ellas se suman las múltiples bocas de alcantarilla que se van sucediendo por la línea de costa, a través de las rocas, y que llevan a escenas tan rocambolescas como la que hay situada frente a las casetas varadero de la Platja des Pinet, que se eleva medio metro sobre el suelo para así restar presión al sistema; y es solo un ejemplo de muchos. La segunda es aún peor, pues hablamos de continuos vertidos de aguas fecales sin depurar al mar.
Al colector de la zona de Cala de Bou caen por gravedad todas las aguas fecales desde la Avinguda de Sant Agustí y incluso más arriba. En verano, cuando toda la zona está en plena actividad, se producen constantes atascos en las estaciones de bombeo, a menudo provocados por toallitas y a veces incluso por toallas, que nadie se explica cómo pueden acabar allí. Cada vez que ocurre, entran en funcionamiento los aliviaderos situados junto a las estaciones, que se adentran unos pocos metros en el mar, vomitando esas aguas sucias junto a las playas que los bañistas utilizan masivamente. Dichos vertidos se producen constantemente y contaminan de forma muy grave todo este tramo de costa, hasta el extremo de representar un riesgo sanitario en momentos puntales. En Es Caló d’en Serral la situación es aún más grave, pues las aguas fecales a menudo corren sobre la misma superficie de la orilla, en lugar de ser conducidas al mar a través de una tubería, tal y como ocurre en las otras estaciones de bombeo. En la zona de Es Caló de S’Oli incluso hay un tramo de rocas cubierto de toallitas.
La razón de que se produzca una situación tan grave en una zona que debería de estar impoluta, dada la enorme densidad poblacional que acoge, es que la infraestructura se ha quedado completamente obsoleta y no da abasto. Antaño se ocupaba de su mantenimiento el Ayuntamiento de Sant Josep de forma directa, pero actualmente lo hace a través de una empresa llamada Aquambiente, que es la filial de servicios de agua de Acciona, el equivalente a Aqualia en FCC. Esta compañía parchea como puede los problemas y averías que van surgiendo, pero la instalación ya no tiene solución y se requiere crear otra nueva. A partir de la playa de S’Estanyol, en el tramo que llega hasta la depuradora anexa al Camí des Regueró, ya se hace cargo de la instalación el Govern Balear.
Proyecto de un nuevo paseo marítimo
¿Por qué no se ha sustituido la infraestructura antigua por otra nueva adecuada a la población real de la zona? La respuesta obedece al conflicto que surge entre administraciones, pues el colector y sus estaciones de bombeo se encuentran dentro de la zona pública marítimo-terrestre y la Demarcación de Costas, aunque parece dispuesta a permitir que la conducción sí discurra por su zona de tránsito, se niega a que las estaciones de bombeo se vuelvan a ubicar allí. El colector no puede situarse más arriba, por ejemplo en la calle Cala de Bou o en la Avinguda de Sant Agustí, porque la gravedad es un elemento esencial. No hay alternativa, tiene que discurrir por debajo de la primera línea de edificios.
Existe un proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Sant Josep que daría continuidad al paseo marítimo de Sant Antoni, enlazando todo el litoral de la bahía. El tramo josepí dispondría de pasarelas de madera con el menor impacto ambiental y bajo su recorrido se instalaría la nueva canalización. Costas, sin embargo, exige que las estaciones de bombeo se sitúen en terrenos privados, lo que implicaría una complicada y larga negociación para conseguir las parcelas necesarias. El proyecto lleva tiempo sin avances, al menos que se hayan hecho públicos, y los atascos se siguen produciendo constantemente, generando cada vez mayor contaminación en la bahía.
Depurar agua salinizada
El problema de la contaminación por aguas residuales no termina en el colector de Cala de Bou. Además de las docenas de desagües de origen desconocido que vierten en la bahía, existe el problema de la alta salinización del agua residual que llega a la depuradora, ya que esta anomalía dificulta considerablemente el filtrado. Una vez se ha realizado este proceso, que implica gestionar hasta 16.000 metros cúbicos de aguas sucias al día en los momentos álgidos de la temporada, el agua es devuelta a la bahía a través del emisario de Punta Xinxó, que se adentra en el mar aproximadamente un kilómetro. Al estar este agua completamente salinizada, no puede reutilizarse y a menudo se evacua en unas condiciones que no son las adecuadas.
Si el agua que se emplea en toda esta zona fuera desalada, sí podría reutilizarse, pero para ello los hoteles deberían conectarse a la red pública en lugar de emplear agua de pozos con un elevado contenido en sal. Y tampoco está claro que la capacidad de desalación que existe en Ibiza pudiera soportar tal incremento de demanda.
En cualquier caso, la renovación del colector de Cala de Bou constituye uno de las prioridades si el objetivo es disfrutar de una bahía limpia y unas playas de calidad, con las máximas garantías higiénico-sanitarias.