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Sa Punta des Molí, el último reducto de la bahía de antaño

By 8 octubre 2020 agosto 15th, 2022 No Comments

Sa Punta des Molí se encuentra en la zona sureste de la bahía, entre S’Arenal y Es Pouet

Entre la playa de S’Arenal y la de Es Pouet aguarda uno de los enclaves más destacados e históricos de la bahía de Sant Antoni: Sa Punta des Molí. Este cabo, con forma triangular, conforma uno de los escasos tramos de la costa de Sant Antoni que mantiene el aspecto original que tenía hace más de cien años. Antiguamente, todo el perímetro de la bahía, salvo el pueblo de Sant Antoni, con su puerto de pescadores y sus astilleros, era un territorio vacío, donde solo había campos de cultivo, algunos bosques y una casa payesa aquí y allá, aunque rara vez pegadas a la orilla.

Sin embargo, el entorno de Sa Punta des Molí, en la vénda d’es Bernats, ya estaba construido en el siglo XIX. En este entrante se situaba el molino de Buenavista, uno de los más famosos de la costa de poniente de la isla, así como una vieja noria de estilo árabe y una casa payesa. Hoy estos edificios forman parte de un amplio recinto cultural, propiedad del Ayuntamiento de Sant Antoni, que permite revivir la forma de vida que existía en la bahía antes del boom turístico de la segunda mitad del siglo XX.

El topónimo “Sa Punta des Molí”, sin embargo, es relativamente reciente, ya que antes de que existiera el molino el lugar se conocía como Punta de sa Font, nombre que ya está registrado en documentos del siglo XVIII. Dicho epíteto tenía que ver con el manantial de agua dulce que existía muy cerca de allí, en medio del mar, al que los jóvenes se acercaban nadando, pudiendo beber en la misma superficie del mar.

Este insólito lugar ya lo describe el archiduque Luís Salvador de Austria en su libro ‘Las antiguas Pitiusas’, publicado en 1869: “Una particularidad del puerto de Sant Antoni es una fuente de agua dulce que surge del fondo del mar, cerca de la ribera situada delante de la población, donde hay también un molino de viento. La fuerza de la columna de agua es tan grande que llega a la superficie sin mezclarse, lo que permite sacar el agua del mar cuando el viento está en calma”.

Noria de Sa Punta des Molí

Cuando el archiduque visitó la bahía, efectivamente, el molino de Buenavista, como también era conocido, ya funcionaba a pleno rendimiento, pues la fecha de construcción, 1818, quedó grabado en una piedra, a la entrada de la finca. Además del molino, la casa payesa y la noria, la finca contaba también con una era y una alberca, ya desaparecidas.

Cerca de allí, donde hoy se sitúa el Hotel Hawai, había también un pino enorme, conocido como es Pi des Molí, donde la gente se reunía el 10 de julio para celebrar la festividad de Sant Cristòfol, patrón de viajeros y conductores. A su lado, ya en el siglo XX, los barcos madereros atracaban porque en ese mismo lugar, al lado de otra higuera también de gran tamaño, había una nave donde se acumulaba madera y corteza de pino, carbón y otros materiales que se exportaban a la península. Estas embarcaciones repostaban agua en el pequeño pozo que aún existe en la orilla de Es Pouet y que proporciona nombre a la playa.

Los otros dos molinos harineros de Sant Antoni aguardaban en vénda d’es Raval, en las inmediaciones del pueblo: el d’en Simó, de estilo mallorquín, y el d’en Ribes o d’en Gasparó. Estos tres molinos se mantuvieron operativos hasta que se pusieron en marcha las primeras harineras en la isla. El de Sa Punta dejó de funcionar alrededor de 1929.

La casa payesa de Sa Punta des Molí, hoy sala de exposiciones

A través de documentos históricos se tiene conocimiento de que el propietario del molino, en 1865, era un vecino de Can Maimó de Corona, Lluc Costa Costa, que lo donó a su hijo Miquel. El último molinero, sin embargo, fue Joan Bonet Torres, procedente de Cala Salada. La finca y el molino tenían que heredarlos su hijo, pero éste emigro a Cuba y no volvió, así que al final se lo legó a sus hijas, Agnès y María. Esta última contrajo matrimonio con Tomás Varó, apodado “Frasquito”, de origen alicantino. La pareja volvió a habitar la casa del molino, que en aquel tiempo ya había quedado abandonada, y contaban además con otra vivienda anexa, más pequeña, que acabó siendo conocida en el pueblo como Can Frasquito y que fue derruida a finales del siglo pasado. Con posterioridad, adquirió la finca Pep Rosselló, de Ca na Mussona, y luego tuvo otros propietarios.

Actualmente Sa Punta des Molí es un espacio de titularidad pública, después de que el Ayuntamiento de Sant Antoni, siendo alcalde Antoni Marí Tur, lo adquiriera en 1995. El recinto tiene una extensión de más de 14.000 metros y tanto el molino como la noria y la casa fueron sometidos a un intenso proceso de restauración. La vivienda hoy acoge una sala de exposiciones temporales y además se añadió un auditorio, situado junto al paseo marítimo. El mecanismo del molino fue reconstruido por el prestigioso molinero de Formentera Joan Torres Mayans. El espacio cultural Sa Punta des Molí fue inaugurado en 1999 y con posterioridad se añadió un nuevo edificio para alojar una almazara antigua, de gran valor etnológico, procedente de la antigua finca de Can Llobet de Baix.

El mecanismo del molino fue restaurado por Juan Torres Mayans, molinero de Formentera

El hogar de Walter Benjamin

El más ilustre habitante de Sa Punta des Molí fue sin duda el filósofo y ensayista alemán Walter Benjamin (Berlín, 1892-Portbou, 1940), que se refugió en Sant Antoni durante dos etapas; primero de abril a julio de 1932, y después de abril a septiembre de 1933. Durante su primer viaje, Benjamin alquiló Can Frasquito, con cuyo propietario entabló amistad y salía a pescar a menudo. En la segunda etapa, Benjamin ya desembarcó huyendo del nazismo, que perseguía a intelectuales de distintas ideologías, y en esta ocasión se estableció primero en una casa próxima al Faro de Ses Coves Blanques, y después en una habitación cerca de Sa Punta.

Durante su estancia en Sant Antoni, este intelectual de origen judío e ideas comunistas escribió algunas de sus obras más reconocidas y se enamoró de las costumbres y paisajes de los ibicencos, al tiempo que expresó su temor a que el turismo y la especulación que estaban por llegar acabaran transformando un entorno que a él le parecía paradisíaco. Frecuentó la colonia extranjera de la isla, entre cuyos integrantes figuraban Paul Gauguin, nieto del pintor, y el artista y fotógrafo dadaísta Raoul Hausmann, que vivía en Can Palerm, cerca del pueblo de Sant Josep.

Al abandonar la isla se mudó a París y siete años después, huyendo de Francia, atravesó la frontera española y acabó suicidándose en la localidad catalana de Portbou.

El auditorio de Sa Punta des Molí, junto al paseo marítimo

El molino de Sa Punta, también llamado de Bellavista, y el paseo marítimo

Interior de la sala de exposiciones de Sa Punta des Molí