Desde la iniciativa Salvem Sa Badia de Portmany hemos elaborado un decálogo que explica, a través de diez ideas, por qué Sant Antoni es un lugar mejor sin la presencia de ferris. El objetivo de este documento es resumir el argumentario que sostiene esta idea y presentarlo de forma resumida a los ciudadanos que quieran formarse una opinión sobre esta cuestión, con todos los datos actualizados.
Cabe recordar que distintos colectivos sociales y profesionales ya se han mostrado públicamente contrarios al regreso de los ferris a la localidad y, por el contrario, ninguno lo ha hecho a favor. La moratoria aprobada por Ports IB, que actualmente impide la operatividad de ferris con tráfico rodado en el puerto de Sant Antoni, concluye el 31 de diciembre. El decálogo consta de los siguientes puntos:
1º) El cierre del puerto no afecta a la llegada de pasajeros por mar a la isla.
Todo lo contrario. En 2019, cuando ya no atracaban ferris en la bahía de Portmany, el número de pasajeros que llegaron a la isla por mar creció en más de 83.000, hasta alcanzar la cifra récord de 801.258. Además, si se considera toda la actividad portuaria de la isla de Ibiza, Sant Antoni solo representa el 1% del tránsito de embarcaciones comerciales.
2º) Los ferris no afectan a la actividad turística de Sant Antoni.
Internet ha revolucionado por completo el sector turístico y la llegada de pasajeros por mar a Sant Antoni, al contrario que hace unas décadas, ya no tiene la menor incidencia en la actividad turística de la bahía de Portmany. Los pasajeros, con independencia del puerto donde atraquen, ya llegan con la reserva de hotel hecha y también la del coche de alquiler, en caso de no traer su propio vehículo. Las pocas excepciones que se producen tienen relación con el turismo de mochila o el que llega en autocaravanas o furgonetas adaptadas. Lo demuestran las cifras oficiales del sector hotelero, que concluyen que en la temporada de 2019, con un Sant Antoni sin ferris, se registró una ocupación media del 83,15% en Sant Antoni y el entorno de la bahía, frente al 82,73% de 2018, año en que sí llegaron buques comerciales a la bahía. La cifra resulta aún más definitiva si se tiene en cuenta que con la ocupación media de toda la isla ocurrió a la inversa; es decir, la ocupación de 2018 (84,19%) fue mayor que la de 2019 (83,68%).
3º) Los ferris empeoran la calidad del agua de la bahía.
La contaminación que implica la actividad de los ferris es algo que se asume en los puertos comerciales. La bahía de Sant Antoni, sin embargo, ha compaginado históricamente la llegada de buques con la actividad turística en sus numerosas playas. Debido a los vertidos de aguas sin depurar que se han producido en la bahía durante décadas, el fondo del puerto está cubierto por una densa capa de lodo residual, que es agitada por las potentes turbinas de los ferris durante las maniobras de atraque o salida. Esta situación provoca un elevado enturbiamiento del mar, afectando a la transparencia de las playas, esparciendo estos depósitos hasta las orillas y cubriendo las praderas de posidonia, lo que afecta a su capacidad depuradora.
4º) Los ferris suponen un problema de seguridad marítima.
En el puerto se han producido graves accidentes, como el del ‘Rolón Plata’ en 1983, que durante la maniobra abordó un pantalán del puerto, o el del ‘Pinar del Río’, que en 2018 encalló en el extremo del espigón, provocando que sus 175 pasajeros tuvieran que ser evacuados. Sant Antoni, a diferencia de Ibiza, es además una bahía sin práctico que asesore a los capitanes en las maniobras de atraque y desatraque y sin remolcador. Esta circunstancia confluye además con el carácter deportivo de la bahía, con innumerables embarcaciones de recreo que entran y salen al mismo tiempo que estos grandes buques o el entreno de regatistas, piragüistas, windsurfistas, aficionados al paddle surf, etcétera.
5º) Los ferris provocan un peligroso oleaje.
Cuando operan en la bahía, los ferris provocan un peligroso oleaje, especialmente si llegan a gran velocidad. Hay pescadores de Sant Antoni que explican que cada entrada de un ferri pone en peligro a los profesionales que calan las redes a bordo de su llaüt en las cercanías. Estas olas incluso han acabado arrastrando al mar a pescadores a la caña en las rocas de la orilla sur de la bahía y hay playas donde los socorristas hacen salir a todos los bañistas del agua cuando viene un buque, por los accidentes previos causados por esta misma razón.
6º) Los ferris generan problemas de tráfico.
La llegada de camiones de mercancías y de automóviles y caravanas particulares a bordo de los ferris provoca importantes atascos en el centro de Sant Antoni, ya que la única salida del puerto requiere atravesar el Passeig de Ses Fonts. Esta situación, que además eleva los índices de contaminación acústica, representa una importante molestia para residentes y turistas.
7º) Las navieras han convertido Sant Antoni en un puerto residual.
El último gran año de actividad del puerto de Sant Antoni fue 2013, en el que se registró un movimiento de 589 buques y 230.650 pasajeros. Ese verano entró en funcionamiento el dique de Es Botafoc y en 2014 las cifras de Sant Antoni ya cayeron a la tercera parte. En años posteriores se produjo algún pequeño repunte, pero la actividad nunca ha vuelto a ser la misma. Aunque Sant Antoni está más cerca de Denia, las navieras utilizan la misma línea para enlazar con Mallorca, así que desde el punto de vista geográfico les resulta indiferente atracar en Vila o Portmany. Hay que tener en cuenta, además, que las instalaciones del puerto de la capital, que ha absorbido sin problemas el cierre de Sant Antoni, son más espaciosas, seguras y están dotadas de infraestructuras de última generación.
8º) Un puerto industrial está reñido con un turismo de calidad.
Sant Antoni es el único puerto de Balears que convive, en el espacio acotado de una bahía, con un entorno turístico importantísimo en plazas hoteleras. Éstas, además, orbitan en torno a las distintas playas de la bahía, como S’Arenal, Es Pouet, Caló des Moro, S’Estanyol, Es Caló d’en Serral, Es Pinet o Platja d’en Xinxó. En un momento en que múltiples empresas están invirtiendo para elevar la calidad de sus negocios y atraer a un turista más respetuoso y con mayor poder adquisitivo, una visión industrial del puerto de Sant Antoni pierde todo el sentido. La bahía debería quedar exclusivamente para un uso recreativo, deportivo, pesquero y turístico.
9º) Ports IB reconoce las consecuencias negativas de los ferris.
El propio organismo que gestiona el puerto de Sant Antoni, dependiente del Govern balear, ha reconocido por escrito los impactos ambientales y las molestias generadas por el tráfico comercial de ferris en la bahía de Portmany. Incluso manifiesta que la presencia de estas embarcaciones de gran tonelaje es incompatible con un turismo de calidad en este entorno. Además, afirma que el puerto de Ibiza es suficiente para atender el tráfico de mercancías y pasajeros en la isla
10º) El puerto de Ibiza está a tan solo 15 minutos.
La clausura de Sant Antoni como puerto comercial, salvo en situaciones de emergencia, no afecta a las comunicaciones de la isla por vía marítima. Los residentes en Sant Antoni se encuentran a solo 15 minutos en coche del puerto de Ibiza, incluso más cerca que del aeropuerto.