Ante las noticias relativas a las conversaciones mantenidas entre la Conselleria del Mar y del Ciclo del Agua del Govern balear y el Ayuntamiento de Sant Antoni, la Junta Directiva de Salvem sa Badia de Portmany ha acordado cursar una petición oficial a estas dos instituciones para que aclaren cuáles son los supuestos beneficios que barajan para justificar la reactivación del tráfico comercial de ferris en el puerto de Sant Antoni. Se pedirá, además, que dichos argumentos se acompañen de datos objetivos que puedan sustentarlos.
Salvem Sa Badia de Portmany quiere subrayar que actualmente, y en contra de lo que viene pidiendo desde hace años este colectivo y otros de la bahía, el puerto de Sant Antoni no está cerrado al tráfico comercial, sino que, desde junio de 2021, cuando caducó la moratoria que impedía su llegada, los ferris son libres de operar en Portmany, siempre y cuando no excedan de los 65 metros de eslora y no traigan mercancías. En consecuencia, que ahora las autoridades aludidas hablen de “reabrir el puerto” constituye una incorrección, puesto que ya está abierto.
En su momento, estas dimensiones máximas de los ferris no las propuso Salvem Sa Badia ni ningún otro colectivo de la isla, sino que las decidió Ports IB, organismo dependiente de la Conselleria del Mar, en base a criterios técnicos, según se explicó en su momento desde dicha institución. Aludir, en consecuencia, a una reactivación del puerto, una vez que ha quedado demostrado que las navieras no están interesadas en operar en Sant Antoni con las citadas condiciones, implicaría forzosamente volver a esloras más grandes, contradiciendo los criterios técnicos que en su momento aprobó Ports IB.
Dicho tráfico tendría las consecuencias ambientales y generaría molestias, congestiones, mermas de seguridad en la bahía, impactos negativos en el destino turístico, etcétera, de sobra conocidas por toda la ciudadanía. La llegada de mercancías al puerto, ya fuera con tráilers o camiones más pequeños, también provocaría los colapsos de tráfico y el estruendo que bien conocen los vecinos de la zona, cada vez que se producen operaciones de salida y llegada de ferris.
Según se ha declarado a la prensa, se estudia la posibilidad reducir los impactos ambientales evitando que ferris con motores de hélices operen en Sant Antoni, siendo sustituídos por otros de turbina que supuestamente no remueven los fondos, enterrando la posidonia y enturbiando una bahía repleta de bañistas. Sin embargo, en la zona de maniobras de los ferris la profundidad es notablemente inferior a los diez metros en algunos puntos y si, además llegan esloras más grandes de los 65 metros, el movimiento de lodos será prácticamente el mismo, con independencia del motor con que estén equipados.
Salvo el lucro que puede suponer la vuelta de los ferris para la entidad que administra el puerto, la Junta Directiva de Salvem sa Badia, que está integrada por personas que han sido representantes políticos de toda tendencia, ciudadanos del entorno, empresarios y toda clase de profesionales, no acierta a comprender cuáles son esos supuestos beneficios que barajan las administraciones involucradas.
En su momento, Salvem sa Badia confeccionó un decálogo que explica con claridad y con datos objetivos por qué resulta contraproducente el regreso de los ferris a Sant Antoni y por qué las organizaciones políticas y sociales del entorno deberían trabajar unidas para lograr que el puerto se declare turístico y no comercial.
Dicho decálogo se resume a continuación:
1º) El cierre del puerto no afecta a la llegada de pasajeros por mar: Muy al contrario, en 2019, antes de la pandemia, cuando no atracaban ferris en la bahía por la moratoria, el número de pasajeros que llegaron a Ibiza en ferry creció en más de 83.000, hasta alcanzar una cifra récord hasta entonces de 801.258. Además, si se considera toda la actividad portuaria de la isla de Ibiza, Sant Antoni solo representa el 1% del tránsito de embarcaciones comerciales.
2º) Los ferris no mejoran la ocupación turística de Sant Antoni: Lo demuestran las cifras oficiales del sector hotelero, que concluyen que, en la temporada de 2019, con un Sant Antoni sin ferris, se registró una ocupación media del 83,15% en Sant Antoni y el entorno de la bahía, frente al 82,73% de 2018, año en que sí llegaron buques comerciales a la bahía. La cifra resulta aún más definitiva si se tiene en cuenta que con la ocupación media de toda la isla aquel año ocurrió a la inversa; es decir, la ocupación de 2018 (84,19%) fue mayor que la de 2019 (83,68%).
3º) Los ferris entierran la posidonia y empeoran la calidad del agua de la bahía: Debido a los vertidos de aguas sin depurar durante décadas, el fondo del puerto está cubierto por una densa capa de lodo residual, que es agitada por las turbinas de los ferris durante las maniobras. Esta situación provoca un elevado enturbiamiento del mar, afectando a la transparencia de las playas, esparciendo estos depósitos hasta las orillas y cubriendo las praderas de posidonia, lo que afecta a su supervivencia y capacidad depuradora. Un estudio realizado por una consultora ambiental independiente, que trazó un mapa de la vegetación bentónica del interior de la bahía, demuestra que se ha perdido el 50% de la vegetación submarina en veinte años y que en la zona de maniobras de los ferris han desaparecido cuatro hectáreas de pradera de posidonia.
4º) Los ferris suponen un problema de seguridad marítima: En el puerto se han producido graves accidentes, como el del ‘Rolón Plata’ en 1983, que durante la maniobra abordó un pantalán del puerto, o el del ‘Pinar del Río’, que en 2018 encalló en el extremo del espigón, provocando que sus 175 pasajeros tuvieran que ser evacuados. Sant Antoni, a diferencia de Ibiza, es además una bahía sin práctico que asesore a los capitanes en las maniobras y sin remolcador. Esta circunstancia confluye además con el carácter deportivo de la bahía, con innumerables embarcaciones de recreo que entran y salen al mismo tiempo que estos grandes buques o el entreno de regatistas, piragüistas, windsurfistas, aficionados al paddle surf, etcétera, y con las golondrinas turísticas, que realizan un servicio público de transporte de pasajeros por el interior de la bahía.
5º) Los ferris provocan un peligroso oleaje: A su llegada, los ferris provocan grandes olas, especialmente si llegan a gran velocidad. Hay pescadores de Sant Antoni que explican que cada entrada de un ferri pone en peligro a los profesionales que calan las redes a bordo de su llaüt en las cercanías. Estas olas incluso han acabado arrastrando al mar a pescadores a la caña en las rocas de la orilla sur de la bahía y hay playas donde los socorristas hacen salir a todos los bañistas del agua cuando viene un buque, por los accidentes previos causados por esta misma razón.
6º) Los ferris generan problemas de tráfico: La llegada de camiones de mercancías y de automóviles y caravanas particulares a bordo de los ferris provoca importantes atascos en el centro de Sant Antoni, ya que la única salida del puerto requiere atravesar el Passeig de Ses Fonts. Esta situación, que además eleva los índices de contaminación acústica, representa una importante molestia para residentes y turistas.
7º) Las navieras han convertido Sant Antoni en un puerto residual: El último gran año de actividad del puerto de Sant Antoni fue 2013, en el que se registró un movimiento de 589 buques y 230.650 pasajeros. Ese verano entró en funcionamiento el dique de Es Botafoc y en 2014 las cifras de Sant Antoni ya cayeron a la tercera parte. En años posteriores se produjo algún pequeño repunte, pero la actividad nunca ha vuelto a ser la misma. Aunque Sant Antoni esté más cerca de Denia, las navieras utilizan la misma línea para enlazar con Mallorca, así que desde el punto de vista geográfico les resulta indiferente atracar en Vila o hacerlo en Portmany.
8º) Un puerto industrial está reñido con un turismo de calidad: Sant Antoni es el único puerto de Balears que convive, en el espacio acotado de una bahía, con un entorno turístico importantísimo en plazas hoteleras. Éstas, además, orbitan en torno a las distintas playas de la bahía, como s’Arenal, es Pouet, Caló des Moro, s’Estanyol, Caló d’en Serral, es Pinet o Platja d’en Xinxó. En un momento en que múltiples empresas están invirtiendo para elevar la calidad de sus negocios y atraer a un turista más respetuoso y con mayor poder adquisitivo, una visión industrial del puerto de Sant Antoni pierde todo el sentido. Hay que recordar que la asociación hotelera de Sant Antoni y la bahía sometió a votación la vuelta de los ferris entre sus asociados, que mayoritariamente la rechazaron.
9º) Ports IB reconoce las consecuencias negativas de los ferris: El propio organismo ha reconocido por escrito los impactos ambientales y las molestias generadas por el tráfico comercial. Incluso ha manifestado que la presencia de estas embarcaciones de gran tonelaje es incompatible con un turismo de calidad en el entorno.
10º) El puerto de Ibiza está a tan solo 15 minutos: La clausura de Sant Antoni como puerto comercial, salvo en situaciones de emergencia, no afecta a las comunicaciones de la isla por vía marítima. Los residentes en Sant Antoni se encuentran a solo 15 minutos en coche del puerto de Ibiza, incluso más cerca que del aeropuerto.